Sin lugar a dudas, cada día lo llevo peor. ¡Una entrada! Una entrada para el mes de septiembre. Eso si, con la foto de Margot. Que ella sola ya vale por tres o cuatro post de estos chorrosos que me marco de vez en cuando. Podría contar mis vacaciones pero la verdad... No son para contar. Mis vacaciones han sido un puntito penosas. Podría contar que llegué con mucha ilusión a Córdoba el mes de septiembre, pero después se ha ido diluyendo con mas facilidad que un hielo en el cuarto whisky. Que me ha dado tiempo a viajar, sin hacer vilguerias, y por fin ver el Cascamorras, los encierros de Jerez del Marquesado. Que los viajes, aunque sean en plan formalito me dan media vida. Podría contar algo así pero... Pero hoy no doy con la tecla. Será que entre una cosa y otra las responsabilidades me están pesando mas de lo que me gustaría. Que lo peor es que no puedo quiero dejarlas de lado. Será que me estoy haciendo mayor y este blog empezó como una forma de perder la vergüenza, de contar lo que no me atrevía. Esas cosas que pasaban, o soñaba que pasaban, y no eran para contarlas al vecino. Solo para dejar memoria en algún sitio donde pudiese localizarlas y reírme pasado el tiempo. El Café del Búho, para ser un blog, un twitter, que nadie lee, lo conoce mucha gente y eso hace que cada vez me ponga mas trabas. Me jode, por que el problema no es el blog. ¡El problema lo tengo yo, coño! Que, a ver, si voy pregonando que los pensamientos de la gente me deben dar igual, pero luego voy y me salen entradas que no me aclaro. Bueno... y eso cuando salen. Esta mañana tenía una idea buenísima. ¿Sabeis donde está? En la mesilla, se debe haber caído desde mi cabeza al suelo, rondando la mesilla, las pelusas bajo la cama, ahí, junto con un bolígrafo azul que no encuentro, algún pañuelo sucio, y papeles de pictolines debe andar esa idea. Quizá un día salga en un #TocaLimpieza, o en la próxima pintura de habitación aparezca sin venir a cuento. Quizá esta noche vuelve a subir y me martirice sin dormir durante una hora, con suerte seré capaz de dejar apuntado algo en una libreta y al menos al día siguiente pensar que vaya mierda de idea me rondaba la cabeza. Pero ahora mismo solo pienso en que era genial, que me tuvo en vela casi una hora y no fui capaz de escribirla. Y lo peor... que estoy desarrollando una entrada de blog pesima de algo que no tienen ni pies, ni cabeza.
Hoy es domingo. A estas horas debería estar con mis padres tomando un helado o acompañándolos a misa, (cosa que me hace poca gracia pero si a ellos le hace ilusión... ¡Ni se plantea!) Mi nene, mi nene cada vez es menos nene, ha salido en autobús para irse con su madre. Mi caja de cerillas, leer mi piso, se vuelve a hacer mas grande. Y lo peor... menos recogido. Es domingo, y como buen domingo por la tarde, es uno de esos momentos para plantearse la próxima semana, el próximo mes, un buen domingo para mirar al futuro y confiar en que la vida no es tan asquerosa como podemos pensar.
Quien haya inventado los domingos a la tarde se merece un lugar especial en el peor de los infiernos... Seguro.
ResponderEliminarSaludos,
J.
No estoy de acuerdo. Tengo muy buenos recuerdos de los domingos tarde. De hecho sigue siendo uno de los días favoritos. Mientas los demás se quejan suelo buscarle el punto. (Otra veces, ya ve, parece que no.)
Eliminarno te quejes.... has salido, has huído de aquí... yo no... me la he pasado pintando y montando muebles de IKEA..... anda... anda....
ResponderEliminarbesos.
Besos, Juana.
EliminarEl yo es muy sufrido y encima hace sufrir.
ResponderEliminarUna puñeta
Si pero hay que reconocer que sin el Yo, no somos nadie.
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