La novela era una mierda. Tenía más papeles en la basura que en la mesa. Desesperado me levanté de la mesa. Cuando vi todo lo que llevaba acumulado cogí una lata de gasolina del mechero y rocié los folios. Con la cerilla les prendería fuego. Se apagó antes de encender. Enfurecido pateé la papelera. Entonces las hojas empezaron a volar y fueron colocándose una tras otra. Me llamó la atención la primera frase y comencé a leer en el suelo. Mis palabras, con otro orden, tenía más fuerza que antes. Seguí leyendo y me entusiasme. Quizá no sería una novela pero sin lugar a dudas era uno de los mejores cuentos que había escrito. Satisfecho busque mi recompensa: Un cigarro que guardo para los finales. Lo encendí y saboreé la primera calada. Tiré la cerilla. Esta vez, aún no estaba apagada. El cuento, se esfumó.
VENTIUNO DE DICIEMBRE: "TRANSPARENTE"
Hace 7 horas
eres gafe cojones!!
ResponderEliminarTenía que acabar el micro y me gustó el juego de palabras de humo y esfumarse.
EliminarLos malos humos nos llevan a finales indeseados. Aunque es cierto que en un principio fue el camino para encontrar el cuento perfecto.
ResponderEliminarSoy fumadora empedernida, por lo que tomo prestado algo que diría un no fumador: ¿ves como fumar es malo?
Un abrazo
Si el humo nos lleva a algún sitio... Malo, malo, no puede se.
EliminarEl día menos pensado se escribe solo.. No era su momento, por eso se esfumó.
ResponderEliminarSe esfuman tantos...
Eliminarjajajajaja se me ha adelantado Alís.: ves como fumar es malo? yo desde que lo he dejado no se me queman los micros. También es verdad que tampoco escribo :(
ResponderEliminarLos micros hay que quemarlos, trillarlos, y patearlos. Hay que hacer que vayan y vuelvan. Y eso solo se puede hacer escribiendo.
EliminarMás vale un cuento en la mano que ciento... esfumándose.
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