15/7/10

¡Hace calor!



Es de noche y una luz amarilla entra por la ventana iluminando la habitación. La persiana está abierta a media altura, las ventanas de par en par y las cortinas descorridas. Ni gota de aire. En la cama dos cuerpos que se conocen están desnudos, entre medias un mundo. La mano derecha de él comienza a acercarse a su muslo. Cuando lo roza ella retira la pierna, está boca abajo y lo mira. Solo se distingue una frase.
-  ¡Hace calor! – Le dice como excusa para que la deje en paz.
Él retira la mano, tiene una erección y se toca la polla. Se asoma a la ventana. Nadie en la calle. Solo el ruido de una aire acondicionado, una ventana cerrada, las demás... todas  abiertas. Sale de la habitación. Ella se da la vuelta, no consigue dormir.
Cuando él vuelve trae hielo en una cubitera. Coge un hielo y se acerca al cuerpo de ella. Solo da un respingo cuando nota la humedad del hielo. Las manos siguen sobre su cabeza para no ver la luz, la respiración se le hace más lenta. Él juega con el hielo en su cuello, lo lleva al pecho y lo dirige a su ombligo. Lo deja allí, derritiéndose mientras busca otro en la cubitera. Lo lleva hacia su pubis y lame el agua que se derrite. Ahora con los dos cubitos se centra en sus pezones. Se contraen. Sus piernas y sus brazos están extendidos, los ojos siguen cerrados y respira profundamente.
Él se agacha y chupa los pezones, y siguiendo la estela que dejan los hielos continúa bajando por su abdomen, la lengua va recogiendo cada gota de agua que se derrite en su piel. Hielo y boca llegan a la vez a su sexo. No se distingue si es agua o vida lo que nace en su vientre. Sus piernas siguen extendidas mientras él la penetra con la lengua. Sus manos, guiando los cubitos cada vez más pequeños, más húmedos, se dirigen por su costado a las axilas.
Ella le agarra la cabeza, hace que respire dentro de ella. Un aire tibio que contrasta con el agua helada. Gime y se contrae. Un orgasmo llega hasta el colchón. Le tira del pelo a él. No puede seguir. Cuando sus dedos se abren y le masajean la cabeza el se deshace y coge otro hielo. Ella abre los ojos. Le coge la mano y se la guía a su boca, con la otra mano le agarra la polla. Tira de él hacia su sexo y hace que la penetre. Se acercan las bocas, el hielo pasa de una a otra mientras las manos se aprietan en sus culos. Él la embiste una y otra vez, ella le marca el ritmo, cada vez más rápido, mas fuerte. En su orgasmo los dientes rompen el hielo que se derrama encima de ella.
    En la cama, agua, semen, sudor y flujo se mezclan mojándolo todo. Los dos rendidos uno al lado del otro. Entre medias un mundo. Ella acerca su mano. A él solo se le distingue levemente una frase:
- ¡Hace calor!

8 comentarios:

  1. Sí, definitivamente hace muuuucho calor.

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  2. gatuna, no es resentido... es calor.

    Mucho Calor... ¡Como me gusta!
    Bubo

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  3. Por cierto que tengo una imagen de esa misma chica tirada sobre el hielo -tuneada de verde.
    El culillo helao, fijo, esperando un post que le venga bien.

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  4. Búho:
    La imaginación al poder. Si señor.
    Y qué calor.

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  5. Tesa... deseando estoy de que des con ese relato y nos embeleses.
    MCartney... gracias. ¿Cambio de imagen, no?

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  6. la revancha! por cierto estoy en la playa con los niños sin marido y leer esto sola no me hace nada bien......

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