Era solo cuestión de tiempo que Rita volara. La enseñé a desplegar sus brazos a aterrizar dulcemente, a dar ese liguero impulso que la haría planear. Lo que no esperaba era que se fuese sin decirme siquiera adios.
Mi mamá fue la única que la vio. Me explicó que lo hizo como yo le enseñé, que incluso atrapó a algún insecto entre su boca. Y que no podía guardarle rencor por marcharse sin despedirse. Al fin y al cabo… era solo una tortuga.
VENTIUNO DE DICIEMBRE: "TRANSPARENTE"
Hace 6 horas
Cágate ...lorito.
ResponderEliminarBueno Buho, ya nada puede sorprenderme: tortugas que vuelan, perros que hablan.... en esta vida que nos ha tocado vivir casi todo es posible!
ResponderEliminarNiño, no, no sé que hacía mamá enterrando una pequeña cajita de cartón en el jardín...
ResponderEliminarNo se lo tomes a mal,querria tener sensaciones nuevas.
ResponderEliminarHombre... volar, volar... a mala leche vuela todo. Rita más bien... planeaba, como un frisby.
ResponderEliminarA mi me da que a la Fo se le fue la mano y la embarcó en el tejado. Pero esa es otra historia...