A veces algo de lo que pasa por la vida se filtra en este blog. Otras veces es la fantasía la que se da una vuelta.
El formato corto predomina pero siempre hay excepciones.
La mariposa había volado todo el día. Le quedaban pocas horas de vida. Aquel río se le antojaba como un desierto. Volvió atrás, como para darse impulso, y siguió con su irregular marcha por encima del agua. Un pez saltó poco antes de que llegase a la orilla y cogió en su boca. Ni si quiera notó el agua al entrar.
Por fin había conseguido un bocado. La corriente era mas fuerte en esa época y ya iba cansado de nadar. Le apetecía volver a aquel recodo del río tan tranquilo bajo las sombras del árbol donde podía disfrutar un momento del vaiven del agua. Con tanta sombra del palo que lo atravesó sacándolo a tierra en un segundo. Su carne atravesada y unas agallas que eran inútiles en la hierba le mataron entre convulsiones.
Esto es lo que aparece de vez en cuando por los bolsillos de chaquetones y chaquetas. Tonterías escritas que deberían haber ido directamente al contenedor de reciclaje. Pero... no ha sido el caso.
Ella me había prohibido nombrarla. Creo que estaba celosa. Al principio me hizo un poco de gracia. Fue como un juego. Eufemismos, laberintos, frases rebuscadas para descubrirla sin decir su nombre. Y yo me divertía con ese juego. Pero luego lo nuestro se puso serio, y me he dado cuenta que llevo dos años, cuatro mese y algún día sin pronunciar su nombre. Quizá era tiempo suficiente para olvidarla. No tenía nada que ver con ella en esta vida. Casi no la echaba de menos y mi vida cambiaría en unas semanas con nuestra boda. Pero hoy un amigo la ha nombrado. No quería decírselo pero cuando me ha preguntado en la puerta con la maleta en la mano donde me iban a llevar para mi despedida de soltero le ha cambiado la cara cuando le he dicho: ¡Córdoba!