Llevo dos o tres días sin entrar en casa y lo primero que hago es conectar el ordenador. Después voy al baño, suelto la mochila (si, después de ir al baño, era apremiante, aunque no tanto como el ordenador), me quito el chaquetón empapado y pongo perdido el suelo del salón. ¡Mierda! Limpiar no era una prioridad pero mientras coloco unas rebanadas de pan en el tostador le paso la fregona a las gotas del suelo. Le doy la vuelta a las tostadas y pongo el café. Conecto Spotify en el ordenador y a la carrera vuelvo a la cocina. El pan ha salido mas tostado de lo que me gusta pero puede pasar por comestible. Le unto mantequilla al pan, me llevo el café y lo dejo todo al lado de la mesa pequeña del salón. Empiezo a mirar mi correo.
Setenta y tres mensajes en la bandeja de entrada es lo que aparecen. Miro por encima y veo "Black" como palabra favorita en casi todos. Tengo tiempo, no borro ninguno sin velo antes.
El primero quiere que compre diez cajas de café por un precio muy gracioso, el segundo un móvil de millón a peseta, el tercero me vende un viaje al Senegal por cuatro duros y me prometen que puedo tocar pagando un safari adicional al león de Nemea. El caso es que entre un mensaje y otro, a la vista de que hoy tengo tiempo voy curioseando en las webs que los promocionan. Después de decidir que no quiero sobar al león le doy un tiento a la tostada. ¡Está fría! Fría de congelador por lo menos. Me doy cuenta del tiempo que le he dedicado a las tonterías del Black Friday y en dos bocados me cargo el pan. Le doy un sorbo al café, está bueno pero frío. Vuelvo a mirar la pantalla con los correos que me faltan por abrir. La simpatía de antes se ha perdido. Selecciono todo lo que tiene "Black" en el asunto y de un plumazo lo mando a la papelera.
Queda un correo de alguien a quien llevo tiempo sin ver. Lo abro y la pantalla se ilumina de letras. Voy a la cocina y preparo otro café. Me lo llevo al salón. Y, ahora si, comienzo a leer uno de esos correos que ya la gente no manda por que todo se cuenta en el momento. Como aquellas cartas de dos o tres folios que enviábamos a la familia o los amigos cuando el móvil era un sueño y solo nos quedaba el papel y el tiempo para disfrutarlo. Y eso hago, disfrutar del correo y del café.
Merece la pena parar de vez en cuando y hoy la casa me pide un ratito para ella, para parar y disfrutar.
Mañana será otro día.
Ves,ya he mezclado lo del baño con el león que Nomea...jajajjaja La verdad que se coge con ganas la casa en ciertos momentos y con el consumismo tan efervescente nada como las pequeñas cosillas que a uno le alegran el alma,¿no?
ResponderEliminarDescuido la casa constantemente, por eso me gusra tanto volver de vez en cuando.
EliminarPrefiero continuar celebrando el jueves negro... Al menos ese día si tuvo algún sentido.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Para mi, negros negros... solo los lunes.
EliminarPues si es tu gusto, "relájate" limpiando que la casa lo agradecerá mientras no la vuevas a ensuciar, pero yo practicaría el sillón ball y aburrirme hasta quedarme dormido sin ver la tele. Cuestión de gustos, supongo. Saludos.
ResponderEliminarTengo una casa muy agradecida con poco que se la mire.
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