Le falta algo. Tiene las llaves agarradas en la puerta que aún no ha cerrado. La bicicleta en el descansillo del piso. La mochila. El teléfono... Le falta algo pero...
¡Un beso! Eso es lo que le falta.
Entonces vuelve a entrar en casa. Enciende la luz del pasillo y se adentra en la habitación. Intenta no tropezar con una maleta que está abierta en el suelo. Pisa un envoltorio de caramelo Pictolín y reniega en silencio. Pone el otro pie en la litera y se aúpa. Él duerme. Se le acerca y le planta un beso fugaz en uno de sus carrillos. Ni si quiera se mueve. Vuelve a salir como si fuese un furtivo que se ha cobrado una pieza. Silencioso cierra la puerta y coge la bicicleta. Baja las escaleras. Antes de salir del portal se gira. Le falta algo. Pero ahora sabe lo que es. Se ha dejado media alma en el depositario del beso.
Se queda mas tranquilo.
No hay problema.
Sí, lo peor es no saber qué. Una vez que se sabe, ya vendrá el consuelo, o no.
ResponderEliminarEs un relato curioso, con unas pistas poco usuales: el caramelo Pictolín y la litera son originales. Cualquiera esperaría una cama.
Veo que sigues como siempre. Pocos pueden presumir de llevar tanto tiempo en un mundo tan volátil como este.
No tengo claro que sea bueno "seguir como siempre". De hecho... ¡Mas quisiera yo!
EliminarSe agradece la visita. Le pongo un café.
Te ha tocado el niño? ?
ResponderEliminareres un padrazo!
De padrazo nada. Se hace lo que se puede. Y a veces se puede poco. Si este post lo llego a escribir antes de acostarme hubiese sido para darle un collejón. ¡La madre que lo pario! Un fin de semana sin dar un palo al agua y llama a última hora para una cosa de ciencias. ¡Lo mato!.
Eliminarjo....yo debería volver a centrarme. Me tiene tan frustrada, desesperada, me siento tan engañada por ella que ya no deposito media alma. Me la llevo enterita conmigo.
ResponderEliminarTengo que lavar mi cerebro de nuevo pero estoy taaaaan cansada....
De vez en cuanto toca mirar para uno. Si tú no estas bien no puedes hacer que los demás lo estén.
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