31/8/16

31/08/2016

¿Como no iba uno a tener ganas de volver de que llegase el primer día del curro si no habían trancurrido dos horas del día y estaba uno entrelazado en la cama con quien quiere, si la bicicleta parece mas liguera, si por fin me he tomado un café decente después de quince días, si el periódico no admite prisa...?


Pues eso... Que ya os leo, que me he perdido estos días pero espero recuperar un poco los post, tanto los vuestros como los míos. 
Nos leemos. 

12/8/16

Vacaciones (bien o en familia.)

Estoy chungo. Yo a estas horas debería estar dando botes de alegría. Me falta muy poco para coger vacaciones y mandar el curro a tomar viento fresco hasta el día 31 de agosto. El caso es que no me encuentro. (Así, sin bien, ni mal, ni adjetivos.)  Tengo la sensación de que ahora mismo no soy yo. No se si raparme la cabeza tendrá algo que ver. La verdad es que ahora mismo lo que mas echo en falta es mi pulsera de cuero. Se ha roto y hasta que no encuentre una que me guste... me falta algo en la muñeca. Tampoco tengo mi búho en el cuello. Después de cuatro años el metal se ha abierto. ¡A tomar viento! Me he cargado una filigrana del roce. Luego está que eso de las vacaciones... pues que no. Que uno aún piensa en vacaciones como ese periodo de descanso, donde no hace nada, o hace lo que quiere, y se harta de leer, de ver películas, de tomar cafés y copas en los pubs y valgas en los chiringuitos. Las vacaciones buenas son esas que te vas a la playa con una toalla y, todo lo mas, un libro. ¡El resto sobra! Pero resulta que este año, y ya llevo varios, el resto es lo importate. Muchas responsabilidades en estas vacaciones. Y a mi siguen sin gustarme las responsabilidades. (Otra cosa es que las asuma y las lleve lo mejor que pueda.) Me dejo muchos pendientes en Córdoba y me voy con la sensación de que no termino nada. Que esto es un parón de emergencia, uno de esos que te obligan a dejarlo todo por que la vida no puede continuar si no lo terminas. ¡No! No parecen vacaciones. 
Intentaré desconectarme de todo esto, de correos, de blogs, de redes sociales, hacer las vacaciones de antaño. Solo familia, (de la que quizá termine un poco harta con lo que me gusta), paseos, e intentar llevar el mundo de mi gente sin que me sobrepase. Si veis que no hay ninguna entrada hata septiembre... es que me he decidido por la vía rápida. 

10/8/16

Test de personalidad.

En los últimos días hemos estado entretenidos en casa, vía whataspp, con este test. 

- ¿A que no sabes que me ha salido a mi?
- ¡No lo voy a saber? Tu eres NFP de todas todas. Lo que no tengo claro si I, o E. Pero NFP, seguro. 
- ¡Si! Del tipo I. Y tú.
- Lo mismo pero del E. 

El caso es que para ser familia nos parecemos en algunas cosas pero cada uno tiene tendencias. Es lo que tiene la personalidad, cada uno lleva sus derroteros. El mío... ¡Ya sabeis! ENFP. ¿Que qué es eso? Pues aquí teneis el test. Y ya me contais. 


Que por cierto, el otro día estaba echando de menos esos memes donde se preguntaban tonterías y mira por donde cae esto. 

2/8/16

El descanso.

Por fin consigue sentarse. En una mano lleva una cerveza, en la otra un cigarro. Deja cerca el cenicero. Respira profundamente, como si quisiera echar de su cuerpo a algún demonio. Da un corto sorbo al botellín de San Miguel y entonces si… Se recuesta en el sillón.

No es consciente de cuando respira pero si que cuando exhala que lo hace pausadamente, recreándose. Nota entonces como el pie izquierdo, el que tiene apoyado en el suelo le pesa. El otro pie lo tiene colgado en brazo del asiento. Deja el cigarro en el cenicero y vuelve a dar un sorbo a la cerveza. Mira hacia el frente durante unos segundos sin ver la mesa, ni la estantería, ni el aparador con la televisión, solo un hilillo del humo. Recuerda que el cigarro se consume a su lado e intenta cogerlo. La mano también le pesa. Como si la sangre se fuese convirtiendo en plomo y ralentizase sus movimientos. Prefiere descansar el brazo en vez de pelearse con él para buscar una calada del cigarro. Además le gusta ver como el humo se disipa en su salón.
Vuelve a ser consciente de su respiración. Tranquila, saboreando el aire con su poco de humo. Cierra los ojos. Se lleva la cerveza a los labios y al hacerlo la mano modifica ligeramente la pose del pie derecho. Nota un cosquilleo, como si la tela del pantalón se hubiese unido al tapizado del sillón. Y entonces decide dejarlo igual que estaba. Como quien se arrepiente de un dar un tirón a un geranio que está agarrando.
Pasan los minutos. Sigue mirando sin ver. El humo ha dejado de subir al techo del salón y el cigarro se ha terminado de consumir en el cenicero. La cerveza se está calentando en la mano sin haber dado mas tragos.
Es la hora. El móvil suena. Es la hora. Avisa que tiene que salir. Es consciente del sonido. De cómo vibra anunciando su marcha pero las piernas no le obedecen, las manos están anquilosadas en el sillón. La respiración pausada de antes ahora se torna un estertor tras otro. Consigue mover la pierna derecha que cae al suelo como un tronco viejo. De paso arrastra la otra que solo cede unos centímetros. La mano derecha nota de nuevo el botellín y se esfuerza en llevarlo a la boca. La entrada de líquido parece hacer recuperar al cuerpo su textura. Ya no es el anexo del sillón, empieza a diferenciar las partes. La respiración vuelve a ser pausada pero profunda. Incorpora la espalda alejándola del respaldo. Ahora mira y ve. La mesa, el aparador, la televisión. Sus manos le pertecen. Exhala una bocanada como queriendo ahuyentar los diablos que tiene. En sus venas vuelve a correr sangre.
Para el despertador del móvil. Recoge el cenicero. Da un sorbo a la cerveza y la acaba. Ha conseguido salir de la maraña del sillón quizá mañana no tenga esa suerte.