Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso.
No hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso.
Huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño:
creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño,
¡esto es amor! quien lo probó lo sabe.
Lope de Vega
A veces algo de lo que pasa por la vida se filtra en este blog. Otras veces es la fantasía la que se da una vuelta. El formato corto predomina pero siempre hay excepciones.
31/10/12
26/10/12
El puente.
Mira que avisé. No estoy para nadie. Salgo el jueves del trabajo y apago el móvil. Pero el cabrón de Carlos se empeñó en comprobar si era cierto, quería hablar y hablar con una excusa estúpida hasta que no puede aguantar más y le colgué. Después llamaron los otros, uno detrás de otro, el caso era fastidiarme los días de descanso hasta que lo han conseguido.
Y aquí me veo, detrás de una multitud de conocidos, perdiendo el tiempo con un ramo de rosas que me han obligado a llevar con una banda que dice: Carlos, tus amigos no te olvidan.
Pues no. No he podido aguantarme a poner una de los ataúdes Lindner.
Y espera que aún quedan varios días para el puto Jalogüin.
24/10/12
La promesa.
Mi padre me hizo prometerle, de pequeño, que el día que falleciese estaría a su lado. Que ese día, con un simple gesto, me transmitiría todo el odio, todo el rencor que mi familia, desde antaño, les tiene a los "Álvarez-Garmendia"
Me fuí de su lado, precisamente, el día que decidí unir mi vida a Marta Álvarez-Garmendia. Ni ella ni yo queríamos saber nada de nuestras familias y pusimos entre medias un continente y dos hijos con unos apellidos irreconciliables al otro lado del océano.
Solo mi hermana llama de vez en cuando para saber de nosotros. Hoy el teléfono ha sonado con su nombre. Lo he cogido y en su voz, apenada, me ha dicho que padre había muerto. El timbre ha sonado en ese momento y dándole la buena noticia a Marta le he pasado el teléfono mientras me dirigía a abrir la puerta.
En el umbral, igual que la última vez que lo vi, estaba mi padre. Me ha puesto una mano en el hombro y ha desaparecido. No se cuanto tiempo he estado delante de la puerta pero cuando me han llamado me he girado. Mi mujer traía unas copas y una botella para celebrarlo. La verdad... ¡No se porque coño querrá celebrar la muerte de mi padre esa puta!
Me fuí de su lado, precisamente, el día que decidí unir mi vida a Marta Álvarez-Garmendia. Ni ella ni yo queríamos saber nada de nuestras familias y pusimos entre medias un continente y dos hijos con unos apellidos irreconciliables al otro lado del océano.
Solo mi hermana llama de vez en cuando para saber de nosotros. Hoy el teléfono ha sonado con su nombre. Lo he cogido y en su voz, apenada, me ha dicho que padre había muerto. El timbre ha sonado en ese momento y dándole la buena noticia a Marta le he pasado el teléfono mientras me dirigía a abrir la puerta.
En el umbral, igual que la última vez que lo vi, estaba mi padre. Me ha puesto una mano en el hombro y ha desaparecido. No se cuanto tiempo he estado delante de la puerta pero cuando me han llamado me he girado. Mi mujer traía unas copas y una botella para celebrarlo. La verdad... ¡No se porque coño querrá celebrar la muerte de mi padre esa puta!
22/10/12
Lunes - Primera hora.
Ninguna luz en las ventanas. El café empieza a subir y el olor invade la casa. Abro la persiana, quiero despertar a los vecinos con su olor. Entra un aire húmedo. Ha llovido esta noche. Me llevo el café a la ducha. Siempre olvido que el agua no limpia el alma. La taza aún humea. La acabo de dos sorbos. La pasta de dientes y el cepillo me eliminan el sabor amargo. El regusto de la lengua es mentolado. El pantalón me queda ancho. La camisa es larga. Dejo la taza en fregadero. La vuelvo a recoger. Me sirvo lo que queda de café. Ahora si. Es temprano. Ella sigue durmiendo. Me acerco y la beso. Sonrío al ver como me lo devuelve aún dormida. Parece que empieza el lunes.
20/10/12
El pistolero.
Murió rápido. El disparo le llegó justo al corazón. No lo esperaba. Pero es que nunca pensó que una bala saldría de mi dedo índice.
18/10/12
La cabezá.
- Sabes que no me van las penas. A mi lo que me gustan son los bautizos, las bodas, las comuniones, las despedidas de soltero o la celebración de un divorcio, la celebración el primer canto del gorrión en la primavera. Todo eso. ¡Joder! Sabes que no me gustan los hospitales, ni los cementerios. ¡Si doy una vuelta enorme para no tener que pasar por la puerta del albergue de acogida! pero... Esta vez no podía librarme. Conocía la enfermedad, él sabía que estaba en la ciudad, que además era mi día libre... Como no lo iba a saber si es mi jefe. ¡No podía faltar al funeral! Así que me presenté en la iglesia, tarde pero allí estaba yo, haciendo acto de presencia, viendo y dejándome ver. El cura dijo eso de: podéis ir en paz, y yo salí a la calle. Algunos conocidos se arremolinearon en la puerta. Yo esperaba que alguien empezara a repartir arroz, no se, el cigarrito de la puerta, los chistes, como en todas las otras ocasiones que había estado esperando en el portal de una iglesia. Entonces lo vi. Venía bajo el ataud, con cara solemne como los novios que ya saben que están ajusticiados, cuando entregó junto con sus hermanos el féretro al funerario yo fui quien tenía más cerca. Al fin y al cabo esto era lo mismo que se hacía en todas las celebraciones religiosas. Solo tenía que hacer lo que había hecho siempre. Le estreché la mano, y haciendo un ligera inclinación de cabeza, mientras le apretaba con la otra el hombre le dije: ¡Enhorabuena!
La foto es para Juana. Después de quedarme con las ganas de elegir una de ataudes Lindner, (Feo, si pasas por aquí no dejes de darle al enlace que así da gusto morirse) he colgado esta que salen tipos fornidos. Ya sabes niña, esta me la debes.
17/10/12
Lo siento...
Siento ser un gallina y mostrarte mis miedos, o guardármelos para que no los compartas. Siento ocultar mis sentimientos, o enmáscararlos con palabras. Lo siento porque mi cara siempre me delata y terminas encontrándolos incluso antes que yo. Siento tener tanto miedo al dolor, que solo olerle ya me da miedo, siento que no me guste y lo que más siento es que cuando aparece vuelvo a ser un hombre de piedra y entonces ni miedos, ni sentimientos, ni tú ni nadie me van a doler.
Siento ser un payaso. Danzar en mitad de la calle cuando las vecinas me miran, provocar tu sonrisa para que ilumines la ciudad. Siento ser ridículo arrastrarme a tus pies mendigando una caricia y que escondas tu cara detrás de un té helado mientras me pides que me levante. Siento ser ese tipo que no deja de reir ni siquiera en un entierro, recordando al difunto, sus chistes, y su alegría aunque ya no esté aquí. Siento que el corazón me pida gritar cuando me abrazas y que todos conozcan que no puedo estar sin ti.
Siento ser padre, y hermano y amigo porque no puedo dedicarte todo el tiempo que quiero. No puedo dedicarte aquella puesta de sol que vi en el noventa y nueve con un una botella de whisky tirando piedras al mar. Siento que no estuvieses cuando aquella chica me besó y me hizo estremecer hasta estar dos días sin probar bocado. Siento que no hayas visto mi vida en directo como yo para que me puedas explicar porque a veces soy así.
Siento que me guste el rock & roll y la gente que canta con letras que entiendo. Recoger la mesa después de comer cuando antes nunca lo hacía. Tener la manía de tirar la ropa en el suelo. Mirar fotos y reir, o llorar tragando saliva para que nadie me vea. Mirar al buzón esperando que llegue una carta escrita a mano. Lanzar las colillas a tres metros de mi, esconder servilletas en todos los cajones garabateadas con dibujos y letras. Ocultar, el tiempo prudencial, una caja que ya debería estar en la basura. Tener un señalador en cada libro y un sombrero siempre en la puerta. Búhos por toda la casa y una barba de varios días. Lo siento.
Pero lo que más siento es...
que el alma que te niegas
está en mi corazón,
cada vez más grande,
llenándome de vida
mientras tú te niegas una.
¡La Virgen!
-Estás tardando - Me dice desde su altar.
Y yo voy cual penitente a besarle
sus pies, a envolverme en su pelo.
A que me marque en la espalda
con sus uñas la fé que le profeso.
15/10/12
West Montgomery
John Leslie Montgomery me ha alegrado la tarde. Bueno... él y una chica que se dirige al Puerto de Sta. María. Después de pillarme dos veces mirándola me he cortado y no he podido seguir sosteniéndole la mirada. También ha influido mucho que una señora se haya puesto en medio para pedirme tres veces el horario a Pozoblanco. (¡Hija de puta!) El caso es que me ha dejado su teléfono. No su número, su teléfono. Es lo que tienen los móviles nuevos, muchas prestaciones pero una batería que dura menos que un copo de nieve en las Tendillas. Vamos que las chica, que yo creo que de serie ya vienen más que resabiadas, me ha pedido que le cargue el móvil. Si me llega a pedir la tumba de Manolete se la doy igual. El caso es que de fondo tenía a West Montgomery y, aprovechando que tenía pinta de saber de música, en el hombro tenía un tatuaje curioso (la clave de sol, invertida, y la de fa formaban un corazón.) le he preguntado si lo conocía.
14/10/12
Españolizar
Ya lo dijo Arnaldo Amalric: "¡Matadlos a todos. Dios reconocerá a los suyos!".
Ahora Wert quiere hacer algo parecido: Españolizadlos a todos.
Y es que no hay cosa más tonta que generalizar y además ser un radical. No hay cosa más tonta ni que de tanto miedo.
Ahora Wert quiere hacer algo parecido: Españolizadlos a todos.
Y es que no hay cosa más tonta que generalizar y además ser un radical. No hay cosa más tonta ni que de tanto miedo.
En falta.
Las sábanas han perdido todo el calor que ella dejó.
La fruta que compra, madura en el frigorífico antes que yo.
Ya no hay bragas entre la ropa sucia. Solo boxers.
Ni pelos en la ducha, ni besos en pos-it.
No quedan películas que ver con tus piernas en mi regazo.
Y te echo de menos
mientras todas las horas
se juntan a mi alrededor
para recordarme que aún faltan
algunas
para que aparezcas.
La fruta que compra, madura en el frigorífico antes que yo.
Ya no hay bragas entre la ropa sucia. Solo boxers.
Ni pelos en la ducha, ni besos en pos-it.
No quedan películas que ver con tus piernas en mi regazo.
Y te echo de menos
mientras todas las horas
se juntan a mi alrededor
para recordarme que aún faltan
algunas
para que aparezcas.
Delete.
El teléfono comenzó a sonar a las seis de la madrugada. Número desconocido. Lo cogí.
- ¿Si?
- ¿Donde estás?
Era ella. Había olvidado que poco antes de llegar a casa la había borrado del móvil. Al fin y al cabo solo habíamos follado una vez y no me apetecía tener que seguir su juego toda la noche. Bastante me había calentado refregándose conmigo y con todo el que se le ponía por delante en la discoteca. ¡En una discoteca! ¡Llevaba años de no entrar en una! Me había convencido, soy fácil de convencer, lo sé. Y ella con sus pantalones tan cortos, su short, que dejaban ver un tanga negro cada vez que un movimiento de baile resaltaba su culo, y su aro en el ombligo me habían llevado por media Córdoba. Una Córdoba que no me apetecía volver a recorrer. Pubs, pijos, discotecas y after eran su ambiente. A los taberneros no nos pueden sacar de noche y ella ya lo había conseguido dos veces pero estaba decidido a tomar las riendas.
- Estoy en mi casa.- Le contesté.
- ¿En tú casa? ¿Porqué no me has avisado?
- Lo he hecho. Dos o tres veces. Creía que querías quedarte con tus amigos...
- ¡No! ¡Que va! Se han ido. Oye... ¿estabas durmiendo?
- Si. Me había acostado ya.
- ¡Ahhh! Pues... - empezaba a dudar. Era la primera vez que no le seguía el juego.-
- Mira, yo estoy en la cama. Pero si quieres venirte al piso, puedes hacerlo. ¿Recuerdas la dirección?
- Era por el parque ¿no?
Le dí la dirección. ¿Como iba a acordarse? La última que apareció estábamos los dos tan borrachos que no podíamos quitarnos la ropa. Estuvimos follando hasta el amanecer sin poder desabrochar su vestido. A mi no se me empinaba, creo que estuve comiéndole el coño casi una hora. No me extraña que después me hubiese vuelto a llamar.
Salí al balcón . Ella aparcaba cerca de casa y le hice una señal. Abrí y la esperé. Nada más entrar la apoyé en la puerta. Le bajé el short, no llevaba sujetador, y aunque tenía unas tetas ridículas, sus pezones me habían estado apuntado toda la noche. Ahora eran míos. Comencé a chuparselas. Su pelo se me metía en el ojo, en la boca, y ella me agarró del cuello. No la dejé continuar. Esta vez era yo quien sabía lo que quería. Le sujeté las manos. Subí al cuello y con la mano izquierda las sujeté las dos. En alto, por encima de su cabeza. Desabroché su pantalón y metí la mano. Mis dedos se abrían paso abriendo la cremallera. Su coño estaba húmedo. La miré. No era guapa, tampoco fea. Tenía una boca grande, voluptuosa y después de un rato jugando con su entrepierna le introduje mis dedos empapados en ella. Los chupó. Su lengua me recorría el dedo índice. Sus labios me engullían. Le solté las manos, apoyé las mías en sus hombros y comenzó a bajar. En cuclillas su cara ahora se encontraba a la altura de mi cadera. Me desabrochó el boxer y la polla salió para darle en su cara. Su lengua me acarició el glande para engullirla con la boca al momento. Notaba su saliva caliente, como me humedecía, como la lengua se acoplaba y recorría jugando por el frenillo. Sus manos se apoyaron en mi culo y las uñas me apretaban. Me hacía daño. Entonces metí mis manos entre su mata de pelo, la agarré y comencé a follarle la boca. Dejó de incrustar sus uñas en mi espalda, en el culo para apoyarlas en mis caderas, para que no la embistiese con fuerza pero había cogido el ritmo. El calentón de la noche no había desaparecido, la rabia ni si quiera me hizo masturbarme al llegar al piso y ahora me desahogaba con ella. Seguí embistiéndola contra la pared, parecía ahogarse y estaba a punto de correrme cuando ella de un empujón me hizo separarme de su boca.
- ¡Cabrón! - Me dijo mirándome a los ojos aún en cuclillas.- ¡Eres un cabrón!
Y entonces, volviendo a cogerme la polla con una mano, le escupió y volvió a metérsela en la boca. Ahora ella era quien llevaba el ritmo. Yo dejé de embestir y solo le apartaba el pelo. Cuando con la otra mano comenzaba a meterme un dedo en el culo llegaba mi orgasmo. La aparté y me corrí en su cara. La boca, los ojos, el pelo lleno de semen. Se limpió con el dedo que comenzaba a entrar dentro de mi y lo chupó. Con la otra mano seguía agarrando mi polla. Me llevó a la cama.
- Ahora me toca a mi.- Me dijo mientras se quitaba el pantalon corto y lo dejaba en el suelo.
Solo tenía el short en la cintura, como un cinturón. Estaba desnuda en la cama con sus piernas abiertas esperando
Hasta ese momento no me había dado cuenta que el tanga que había lucido toda la noche no se encontraba en su lugar. No me importó. Había borrado su teléfono y después de esa madrugada, también olvidaría su cara.
13/10/12
Salida 18:50
Le come la oreja. Se la muerde suavemente mientras él fuma. Ella tiene un pie en el banco y lo agarra. Cuando está acabando el cigarro, en la última calada ella lo suelta, se gira y se sienta a horcajadas frente a él. Le quita el cigarro y apurándolo lo lanza lejos. Se le acerca y comienza a morderle el labio. Él agarra el pañuelo que lleva en el cuello, uno de esos largos y se lo deja por la cintura apretándola junto a su polla. El escote se libera de la gasa y él baja su lengua para saborear un lunar que tiene en el nacimiento de su teta izquierda. Ella lo retira, y comienza a ponerse el pañuelo en el pelo. Cuando acaba se levanta del banco. Los dos lo hacen. Él intenta evitar que se note su erección, ella se coloca el pantalón. Su autobús los espera. ¿Habrá poca gente allí? ¿Seguiran su calentón hasta Cadiz?
(Creo que tengo que hacerme analizar esta faceta de mirón. Pero es que hoy en la estación tenemos poca bulla, además que la tipa estaba muy buena como para perdérselo.)
11/10/12
4/10/12
Escaleras.
Existen escaleras que llevan al cielo.
Lo sé.
Son difíciles de armar pero
ella lo hace con facilidad.
Después me deja para vaya
subiendo peldaños, uno a uno,
cada reja de su malla. Hasta
llegar a las puertas del paraíso.
Existen escaleras que llevan al cielo.
Incluso en "los chinos"
se pueden comprar.
Solo es necesario saber
donde hay que apoyarlas.
Lo sé.
Son difíciles de armar pero
ella lo hace con facilidad.
Después me deja para vaya
subiendo peldaños, uno a uno,
cada reja de su malla. Hasta
llegar a las puertas del paraíso.
Existen escaleras que llevan al cielo.
Incluso en "los chinos"
se pueden comprar.
Solo es necesario saber
donde hay que apoyarlas.
3/10/12
Echo de menos...
Echo de menos leer a:
Un Paseante. Que, con sus relatos y sus comentarios, siempre me forzaba a pensar. Las tardes de sábado no son lo mismo sin leer dos o tres de sus post seguidos. Sin leer esos textos tan completos, tan redondos. (Cualquiera es buenísimo, pero el de el enlace... ¡No tiene desperdicio!)
Tesa. Sus micros, su erotismo, sus fotos, sus comentario y sus comentaristas. El otro día me enteré que su blog estaba cerrado. Precisamente ella que fue quien me animó a abrir este.
Jota. Con el que me sentía identificado algunas veces, otras me hubiese gustado mandarlo a la mierda, pero estoy convencido de que ahora, tendríamos mucho de que hablar. Por echar de menos, incluso a Lúcido. Ese tipejo que parecía haber enterrado a su alter ego. ¡Hostia! ¡No recuerdo el nombre! ¿Como puedo haber olvidado eso? (El cabrón de Jota, ni siquiera me deja un enlace.)
Gilda. Fue de los primeros blogs que seguí. Una chica simpática que después de un vuelta de tuerca dejo de aparecer. Siempre me quedó esa duda si supo avanzar.
Mi Gata. Mi gata me ha puesto tierno en todos los sentidos, caliente como ella sola. Se nos fue con un tipo y dejó de aparecer. Perdí la oportunidad de verla dos veces, una en Córdoba y otra en Madrid. ¡No me lo perdono! Gatuna siempre conseguía sacarme una sonrisa.
Neko. Que con sus sueños me recordaba los míos. Y aunque su último post es de Agosto este año se la ha visto poco el pelo. Además de tener un mundo laboral muy entretenido.
TCTR. Si nadie lo ha leido... aún sigue manteniendo su blog. Sus historias de Shirt and Shoes no tienen desperdicio. Pero en general... todas. Algunas rozan la pedantería pero incluso esas. Ahora solo es visible en Twitter y para hablar con él hay que visitar su "Oposicueva"
IrenPower. Quizá porque tiene mucho "potencial" y no lo desarrolla. Quizá porque es de las pocas personas que leo y me importan. Quizá porque... Porque la quiero, la quiero mucho y ahora hemos perdido esa complicidad de postear, de saber de uno y de otro lo que casi nadie de nuestro alrededor sabe.
Voy a dejarlo aquí. Lo que no quiere decir que no eche en falta más entradas de muchos de vosotros.
Nos leemos, y si no... a ver si con twitter... (@cafedelbuho)
2/10/12
Superman.
Hoy lo ví. Lo reconocí sin sus gafas. Salía del Cash Converter.
- ¡Clark?
Entonces él se volvió.
- ¡Clark Kent! Pero... ¿Como vas sin gafas? ¿Cualquiera puede reconocerte?
- Ya da igual. - Me dijo - Acabo de venir de venderlas, no las necesitaba y... me face falta el dinero. - Guardaba su billetera en el bolsillo interior de la chaqueta mientras su mirada se dirigía a uno de los habituales de la zona que pregunta ¿que vas a vender?
- Pero... ¿y tu traje? Si no llevas las gafas... al menos el traje de Superman.- Le respondí incrédulo.
- ¿Para qué? Nadie cree en los héroes y al menos estos -me dijo señalando la tienda- me han dado algo para pasar el mes. Desde que el Daily Planet hizo un ERE y nos despidieron a Lois y a mi las cosas van mal por Metrópolis.
- Pero... -
Y no pude responderle. Superman me miró, me puso una mano en el hombro y haciendo un esfuerzo me sonrió. Con su traje gris, desgastado, dió dos pasos un ligero salto y comenzó a volar hacia las nubes, hacia Metrópolis, hacia Lois, hacia... la desesperanza.