Subió los diez pisos hasta la azotea arrastrando la lengua en los todos los escalones de las cuatro últimas plantas. Buscó en todos los bolsilos la llave de la azotea y por fin entró. Abrió y allí seguía ella. Esperando que la rescatasen de un suicidio premeditado. Apresurado, el aliento le faltaba en cada zancada vacilante mientras se dirigía a ella con los brazos abiertos para recuperarla. El ansia fue quien le hizo tropezar y empujarla. Desde el borde la vio volar.
llamadas de atención que él se encargó de cumplir.... o el destino
ResponderEliminarEl destino, el destino. La culpa hay que echarla siempre al destino.
Eliminar¡Ups!
ResponderEliminarDe buenas intenciones está el infierno lleno. Que diría mi madre.
EliminarAnsias de inmortalidad subrogada de forma definitiva.
ResponderEliminarSuicidarse siempre es un buen motivo para hacernos inmortales. O al menos perdurar mas tiempo en la consciencia de quien nos quiso.
EliminarDebería haber algún tipo de maldición para que eso no pasase.
Quién de los dos empezó peor la semana???
ResponderEliminarYo esta semana la he empezado de puta madre con la feria.
Eliminar