Subo a un taxi y le doy tu dirección, con arroba incluido y punto es. Dice que no la conoce. Que el gps no le marca ninguna dirección. Tengo que reconocer que yo tampoco. Que la última vez que me llevaron el trayecto fue cerca, muy cerca. Que solo duró un beso eterno, una canción de Sabina, un instante marcado a fuego. Pero el taxista se encoge de hombros y no sabe. Me pide que baje del taxi y lo hago. Sigo buscando un taxi libre que sepa tu dirección.
esas direcciones son complicadas de encontrar.....
ResponderEliminarPero como las meigas... ¡Haberlas, haylas! (Joder, no se si se escribe así.)
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