9/9/09


El sujetador, arreglado con prisas, guardaba la mercancía. Un beso (de Judas) antes de pedirle que se marchara. Volvía a sonar el teléfono. Otro cliente. Ella cada día peor. La papelina en la mesa.
Hay polvos de despedida que no terminan en la cama.

2 comentarios:

  1. Mal aliados, no son buenos compañeros y siempre pasan factura.

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  2. Moderación, Gilda, todo es cuestión de encontrar la medida. Aunque hay que reconocer que a algunos nos cuesta a veces.

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