- ¡Que te parta un rayo! - Le dijo Carmen al hijo de la grandísima puta que acaba de violarla.
- Que te parta un rayo, cabrón. - Volvió a repetir mientras el tipo se recomponía y salía silbando de la celda donde la habían retenido sabe dios por qué.
Y llegó un día, veintitantos años mas tarde, en que por fin se sintió bien. El agua caía abundante en el pueblo y los truenos se escuchaban cada vez mas cerca del rayo. Se sorprendió de lo agradable que le resultaba la vida en ese momento y entonces Angelita llegó a casa empapada. El chaparrón le había pillado en la calle pero el sobresalto lo traía en el cuerpo.
- Se ha muerto Domingo Guzmán. Lo ha fulminado un rayo. Por Dios que pena de hombre.
Pero Carmen respiró profundamente y sin decir nada comenzó a sonreír para el resto de su vida.
(A partir de un relato que ha leído hoy Francisco A. Carrasco.)
Tardó mucho esa tormenta. A saber cuántas otras Carmen hubo en la vida de Domingo Guzmán. Pero el gusto de que por fin se haga justicia divina, aunque no borre lo ocurrido, no se lo quita nadie.
ResponderEliminarDicen que tarde o temprano pagamos por lo que hacemos. Ojalá sea cierto, aunque yo creo que demasiados se salvan.
Muy bueno el relato
Besos
Una vez escuché en una conversación madre e hija, mayores las dos, que lle decía:
Eliminar- Dios lo castigará tarde o temprano.
- Pero ¿y si no lo hace mamá?
Desgraciadamente fue lo único que pillé de la conversación que da para mucho juego.