7/12/22

Inspirar, retener, expirar.

 No sé que clase de lunes es hoy pero me cuesta respirar. Y lo hago como me enseñó aquel profesor de gimnasia en el instituto: Inspirar, retener, expirar. Como si quisiera que el aire se llevase todo lo malo que hay dentro del cuerpo; lejos, lo mas lejos que pueda llegar un soplido. Confiando en que se una a otro y sea el huracán de Florida que provoca la puta mariposa de Japón. 

Respirar, a veces, se hace tan difícil. Y no fuimos conscientes hasta hacernos mayores. Ni nos dimos cuenta de pequeños, alguna vez, si acaso, de adolescentes o jóvenes. Como aquella vez que se Silvia se besaba con el cabrón de Fernando. ¡Joder! Aquella vez ni todo el entrenamiento de gimnasia me hacía mantener una respiración decente. ¡Si! Fue difícil poner en práctica aquello de: inspirar, retener, expirar. 

Aprendí, claro que aprendí. Y ahora cuando cuesta respirar vuelvo a aquel curso e inspiro... retengo... expiro. Sin prisas. Como si nadie estuviese mirando. Como si el cadaver a mis pies solo fuese una brisa que provocará un puto huracán lejos de aquí.  

4 comentarios:

  1. Las cosas que se aprenden a conciencia nunca se olvidan, por más que se nos vaya la vida en ello.

    Saludos,
    J.

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    1. A veces, lo que cuesta es desaprender. Que también nos viene bien de vez en cuando.

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  2. No siempre la respiración ayuda o mejor entretener la mente con otro tópico

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    1. En mi caso si. Entretengo la mente en lo mas básico: respirar.

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