Lleva tanto tiempo mirando desde la ventana que ahora las personas que pasean bajo ella le recuerdan a la Caverna de Platón. ¿Serán verdad? ¿Existen? ¿O solo es una imaginación? Como una de esas películas que ve solo a media tarde. ¡Nada de noticias! Esta harto de lágrimas, de pesares, de hipócritas y de políticos. Quizá por eso se encerró en casa y dejó que el mundo pasase a su lado. Que corran. Él tiene su máquina de ejercicios. Que se besen. Le da igual. Varias páginas porno están entre sus favoritas, y en la sobremesa ninguna película acaba mal. Que rían. Sus comedias también lo hacen. Que necesidad hay de bajar, de sentir lo mismo que tiene en casa. Que necesidad tiene de vivir con ellos. Si no fuera por lo que echa de menos la tibieza de un abrazo.
El primero que se encerró en la caverna plátonica pensaba algo parecido salvando las distancias, supongo que el resto ya lo hicieron por costumbre o genética.
ResponderEliminarA mi las cuevas me gustan poco. Prefiero la lluvia y el sol. Bueno... poca lluvia. El caso es que nos encerramos y creemos que lo que tenemos es lo que hay. Se nos olvida interrelacionarnos. Y hacerlo bien.
EliminarExisten maquinas de abrazos también, ya casi que somos 100% autosuficientes...
ResponderEliminarSaludos,
J.
¡No joda! Si me la ponen a una temperatura de 37º... Me lo pienso para regalo de Reyes.
EliminarAy, los abrazos, ¡cómo escasean!
ResponderEliminarMe pasa como a tu personaje: es probablemente lo único que echo de menos de estar con otros.
Besos
Yo también. En estos días, con tres costillas rotas, he limitado mucho los abrazos. Supongo que de ahí este post.
Eliminarera gordo y feo pobrecito
ResponderEliminarbesitos