“Los libros es el único lugar de la casa donde todavía se puede estar tranquilo”. Julio Cortázar.
Como otras entradas de enero me dispongo a hacer el listado de los libros que me he leído en el último año. Esta vez no me veo con ganas para hacer crítica de todos pero alguno no podré dejarlo pasar. Así que… ¡empiezo!
– Hoy no puedo. Un libro de relatos de Juan F. Plaza que me prestó Irene y es entretenido. ¡Si! Creo que este es de los que dejaré en negrita como recomendación. Si alguien se decide puede echarme la culpa después si no le gusta.
Ella o el sueño de nadie, de Mauricio Wazquez, de la Sonrisa Vertical, de los que ya no tenían tanta gracia. Si esto no es una mujer, de Lorenzo Silva y Noemí Trapiello. El maestro y Margarita, de Mijael Bulgakov, venía recomendado por Olga Malyukova, creo que este libro es una sobreestimación rusa. Chotis en adobo, otro de Julio Muñoz Gijón. El almuerzo desnudo, de Williams Burroughs, es de esos libros complicados que no sabes si debería ser de obligada lectura o retirarlos por completo. Cara Pan, de Sara Mesa, venía incluido en el Club Virtual de Córdoba, no está mal pero tampoco como para recomendarlo. Loba negra, de Juan Gómez Jurado, por su puesto, aunque sabía que algo me sonaba de este libro, es bueno opción leerse Cicatriz del mismo tipo, también ha caído, aunque casi a final de año, Rey Blanco. El olvido que seremos, de Hector Abad Franciolince, otro del Club de Lectura, creo que este año no aciertan. Lo mejor de ir es volver, de Albert Espinoza. Las cosas que perdimos en el fuego, relatos de ¿terror? de Mariana Enriquez, otro del Club.
– La novia gitana, de Carmen Mola, está muy bien. Mas inspectores y asesinatos. (Creo que deberé cambiar el registro para el próximo año.) Buscaré los siguientes de la trilogía.
– Mil cretinos. De Quim Monzó. Es una relectura o sea que si me encanta como para volver a leerlo te puedes imaginar. (Otro libro de relatos).
El Vigía, de Diego Marín Galisteo. Microrelatos. El enigma del convento, de Jorge Eduardo Benvavides, aburrido. Reunión tumultuosa, de Tom Sharpe. Con lo que me gusta este tipo escribiendo aquí no llegó a cuadrarme. La química del odio, de Carme Chaparro, el segundo de la inspectora Ana Arén. No está mal pero prefiero el primero. Los ritos del agua, de Eva García Saenz de Urturi. La saga de “La ciudad blanca” está bien. Aunque al final parece que todos son primos. Una palabra tuya, de Elvira Lindo. El sentimiento cautivo, de Salvador Gutierrez Solís (relectura). En los zapatos de Valeria, de Elisabeth Benavent (aprovechando que ponían la serie). El juego del Angel de Ruiz Zafón, este libro no está mal pero los que nos entusiasmamos con Angel Heart ya sabíamos el final. El día que se perdió la cordura, de Javier Castillejo, recomendación de Ana Mohedano. Un hombre lobo en el Rocío, de Julio Muñoz Gijón, (de este todo lo que saque, aunque solo recomendía a forofos sevillanos y similares, en la casa nos encanta a todos). Camino de Los Ángeles, de John Fante, me falta el tercero de Bandini, este no es tan bueno como el otro.
– Tierra de mujeres, de María Sánchez. Un libro que recomendé a las mujeres de mi familia. Sobre todo a mis primas que seguramente se sentirán mas identificadas no solo por el entorno rural. El problema de los tres cuerpos, de Ciu Lin, es uno de esos libros que debes estudiar mas que leer. Ese pícaro mundo, de Ana María Shua, no es lo mejor de ella. La maravillosa vida breve de Oscar Wao, de Junot Díaz, no llegué a cogerle el punto aunque el tema no está mal.
– Las mentiras de Locke Lamora, de Scott Lynch, es un tochaco que me recomendó Mónica Sánchez y me encantó. Precisamente el otro día conseguí el segundo. En una ciudad mas o menos ficticia, Lamora comienza como un raterillo de poco aguante y se irá inventando con amigos e historias que entretienen.
– Demian, de Herman Hess. ¿Qué quieres que diga? De este hombre me sorpende lo que llevo leído. No es una lectura fácil pero es de esas que después tienes que meditar durante un largo tiempo. Con Demián tampoco defrauda.
Y como bonus extra (lo acabé el día 1 de enero de este año): Dolmen, de Manuel Pimentel, con Artafi de protagonista. Es un libro que casi da coraje, te habla de los restos megalíticos en Andalucía, son tan protagonistas como la arqueóloga y sientes que es una parte del pasado que se ha perdido, que no se valora, que… ¡que falta! Eso si, no te decidas a leer este libro si antes no has leído “Puerta de Indias” y “La ruta de las caravanas”.
Se nos acumuló el trabajo infinito.
Bonus extra 2: No debería olvidar, aunque lo hago por que no suelo apuntarlos en el listado de libros, algunos cómics de este año, entre otros: Nördumani, de Rafael Jiménez y María Dolores Reyes. Alter Ego o Apocalipsis de San Juan, la relectura de Lobezno Noir, Renacimiento de Darevil, o El Relampago cae dos veces de Flah. Pero el que si que recomiendo encarecidamente es “El Largo Halloween“, de Jeph Loeb (guion) y Tim Sale.
Me apunto el de mola y monzó. Del policiaco andaluz dame alguna pista mas del detective y me enganchas seguro.
ResponderEliminarA Jurado y Urturi los meto en el saco de Zafón de libros de playa, q no es q sean malos sino q son de playa.
A mi me gustó el de abad faciolince y el de lorenzo silva y sra tambien.
Abrazos
Si eres del sur te vas a descojonar con Jimenez. el contrapunto lo pone Villanueva que es el serio. Hace unos años se hizo una serie con estos personajes en Canal Sur. Joaquin Nuñez hacía de Jimenez y siempre que lo leo lo imagino a él. ¡Un crack!
EliminarNo leí ninguno de loa que mencionas, incluso desconozco la mayoría. Muchas ediciones y publicaciones nunca cruzan el Atlántico, ni en una dirección ni en la otra.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Hace unos días hablaba de eso con el club de lectura. Estamos con "Estrella Distante" de Bolaño y les comentaba la de autores que se quedan en ese lado del Atlántico y son taaaan buenos. Ahora es mas fácil con la opción online pero hace dos décadas nos perdimos mucho de gente mas que respetable en su obra.
EliminarEstrella distante
Eliminarme ha hecho reencontrarme con Bolaño
con quien me voy topando
de tiempo en tiempo
como viajeros que reinciden
en la sala de espera de los aeropuertos.