16/8/17

El préstamo. (I)

Cerca de la plaza de las Descalzas, dos hombres caminan de
madrugada. El de delante, andando a trompicones, con un brazo
sujetado a la espalda, va escupiendo insultos. Intenta girar el cuello
para ver a la persona que lo tiene inmovilizado. Es un hombre
elegante, con un traje oscuro y un flequillo que le cae en la frente
después de haber perdido el fijador del pelo. El hombre que lo sujeta
es desgarbado, parece flaco para el trabajo que ha hecho, llevar por
la calle Postigo a un hombre que le dobla el volumen. En la plaza,
con la poca luz de un farol, le empuja adelantándolo varios metros.
El primero se vuelve, reconoce a Paco, el hombre que le abrió la
puerta en el garito de Don Luis, no le pareció tan fuerte. Ahora,
la mirada que antes sintió de indiferencia, se transforma en odio.
Paco parece buscar en los bolsillos un paquete de tabaco, el otro se
abalanza sobre él con la cabeza a la altura del pecho. Lo esperaba,
del bolsillo de su chaqueta saca una pequeña barra de hierro y retirándose
a tiempo con un pasito corto, como una media verónica,
hace que pase a su lado mientras le golpea en la espalda con el puño
cerrado. El hombre cae al suelo y Paco se agacha para colocarlo al
lado del banco. Después vuelve por la calle Postigo hasta el garito
de Don Luis.
Desde una mirilla ojean la entrada. La puerta se abre y detrás de
ella un gorila le franquea la entrada a Paco.
- ¿Le has dado bien? – le pregunta el gorila nada más entrar.
- No ha hecho falta. – le miente.
- Si yo hubiera estado le abría atizado dos sopapos que no se
hubiera despertado en todo el día.
- Si, JuanCa, pero tú estabas en el baño, cuando tenías que estar
en la mesa.
El JuanCa, que todo lo que tiene de músculo le falta de entendederas,
le hace una mueca a Paco mientras se toca el estómago. Después,
cambiando la cara, le dice:
- Don Luis ha llegado, dice que te pases por su despacho cuando
llegues.
Paco va hacia uno de los salones, la casa es el mejor garito de
Madrid. Después de la guerra quedaron pocos y el jefe está bien relacionado.
Militares de graduación, señoritos de provincias, que viene
a pulirse la fortuna familiar, incluso algún ministro se ha dejado saludar
por Don Luis en su casa. Allí, entre el humo y los licores, con
una mesa, cinco sillas y cuatro hombres nadie diría que hace poco
uno de los jugadores ha abandonado la partida. La habitación está
tranquila, el garito sigue su curso.
- Don Serafín ha preguntado por ti. – Le dice Don Luis – Querrá
cobrarse el préstamo.
- Si...,ya... algún día tenía que tocar.
- Te ha enviado un sobre, para mí hay otro, así que durante unos
días estas a su disposición. No quiero tener problemas con él. Espero
que sepas lo que haces, es un cabrón, ten cuidado.
- Pero... ¿y el local? – Le pregunta Paco.
- Nos organizaremos como podamos. El JuanCa no es muy listo
pero impresiona, y total, en estos días, no aparece nadie por aquí.
Por la mañana Paco comienza a recoger. En la maleta solo lleva
algo de ropa para unos días y la cuchilla de afeitar. Entre dos camisas
deja su pistola, un Astra 400, a la que solo recurre en contadas
ocasiones, cada vez menos. La carta de Don Serafín es breve, debe
reunirse con él en dos días, en su pueblo.

4 comentarios:


  1. Está muy bien conseguida la atmósfera del relato.
    Por eso espero que la segunda entrega no tarde mucho, porque me quedo preocupada :D

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    Respuestas
    1. Es un relato antiguo. El viernes esta completo. Ya estaba programado. Hoy, desde luego, ni era el día mas adecuado para seguir.

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