A veces a uno se le aparece un día gris.¡No! No tiene nada que ver con la lluvia. Hablo de uno de esos días en los que la garganta se cierra, de esos que las lágrimas están esperando que se abran las compuertas y las notas empujando, con ganas de salir, uno de esos días en los que te llevas las manos a la cara como si estuvieses muy cansado pero sabes que lo principal es dejar de ver el mundo durante unos segundos. Es un tiempo placentero esos dos segundos en los que las manos te esconde del resto. A mi abril me ha traído muchos y hoy o más bien desde ayer por la tarde vuelvo a vivir un día gris.
En los días grises, cuando es tan difícil salir de la cama porque parece que es el único lugar habitable para ti, hay que tirar de memoria, de recuerdos, de días en los que tenias que salir al mundo con una máscara, con veinte centímetros menos de cuerpo y un paraguas, aunque no lloviese, para que la vergüenza no te diluyese y terminases en una cloaca. Recordar esos días en los que aprendiste que había que enfrentar el comportamiento de otra gente, que había que mirar hacia adentro y ser fiel a uno mismo. (Por ahí hay un anuncio que te habla de como ser grandes. Y tiene toda la razón.) En los días grises hay que buscar rayos de sol. A veces, esos rayos, los trae el móvil con una llamada, un whatsapp, o están en la cara de un contacto de hace años, a veces vienen escondidos en una sonrisa, o los trae una nube con forma de perro salchicha.
Durante un tiempo he recibido los rayos de sol nada más despertarme. Venían en formato de besos, de sonrisas, de abrazos. Entraban en mi piel mucho antes de salir de la cama. Pero hoy no los he encontrado. Y abril es uno de esos meses tan propenso a traer días grises que no puedo permitirme un día sin rayos de sol. Tengo que buscarlos para no ahogarme en la lluvia, para que la garganta no se cierre, para las lágrimas no salgan.
Hoy es uno de esos días grises en los que la memoria falla y te cuesta recordar como se buscaban los rayos de sol. Solo queda seguir, como antes, un paso, otro, el final está muy lejos y no hay meta, solo camino. Esta entrada es otro de esos pasos, uno que va hasta... otro paso.
Lo reconozco, pensé que ibas a hablar de la lluvia. Yo a esos días grises los he llamado depresión durante los últimos ¿diez años? Como dices, sólo necesitaba un rayo de sol. Uno que a veces me quema porque es un tanto insoportable, pero mi rayo de sol al fin y al cabo. Y mira que no me lo creía, pero es cierto eso que dicen, que hay rayos de sol suficientes para que todos tengamos uno mínimo. Sólo, sigue buscando. Porque todo camino tiene un destino. Mientras tanto, por aquí te dejo un abrazo para que no pases tanto frío la próxima vez que llueva, porque los recuerdos no son tan impermeables como parecen. Un saludo :)
ResponderEliminarLos recuerdos no, la experiencia. Y para mi la depresión es el que ni siquiera intenta buscar el rayo de sol.
Eliminaryo desde aquí te mando un beso cargado de calor!!!!! no serán como los de tu chica.... pero espero que te sirva igual...
ResponderEliminaryo tengo muchos de esos días, y no hace falta un mes en concreto.... ainsssss
Gracias Juana. Reconforta. Y, oye... ¡Que guapa te pones para andar por tu barrio, cual guiri!
Eliminar"Pie detrás de pie, no hay otra manera de caminar" - Jorge Dréxler.
ResponderEliminarUn abrazo, maestro
No queda otra. Pero hay días que cuesta más.
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