Quizá fue por el 2005, o poco antes, cuando se decidió crear un grupo familiar. El café de Pombo estaba pillado y a mi siempre me gustaron los búhos. Estaba libre el Café del Búho y a partir de ahí estuvimos escribiendo durante un tiempo, la tecnología avanza mucho como para retenerte en una plataforma como el Messenger varios meses. Pero quedó el nombre para poner un blog algo mas adelante, un nombre en twitter y otro blog, este mas casquivano, en blogspot. Poca imaginación es lo que tengo para tener el mismo nombre en varias plataformas.
A mi me gusta achacar el nombre a esas noches en las que me dejaban escribir tranquilo a las tantas de la madrugada. Cuando el peque ya llevaba un tiempo dormido y la señora exposa se acostaba después de ver House o Anatomía de Grey, que jartón de médicos teníamos en casa, con la falta que nos hubiese hecho un buen psicólogo. Cuando preparaba un café a media noche y podía disfrutarlo sin prisas y con música decente que me dejaba muchos recuerdos y alguna frustración. (Lástima que ahora me dejan muchas frustraciones y algunos recuerdos.)
El caso es que hoy se ha reproducido esa sensación. Cuando un café y la música suenan en el salón y en casa no hay nadie a quien despertar. Así que esta entrada es un poco como una conmemoración a aquella época. Una etapa que después volvió sin ex, sin gente a quien despertar y con mucho recuerdos de personas que me fueron ayudando a seguir adelante. Nunca podré olvidar aquel Lázaro al que resucitaron en un hotel oxidado. Ni unas lágrimas de felicidad con la máscara del teatro de arrabal. Ni si quiera un martes sin feria.
El café del búho es ese estado, ese lugar, donde uno se encuentra y a veces pide un poco de reconocimiento. Como hoy.