Hay gente que sale en Semana Santa y sigue comiendo pipas y charlando con el compañero mientras el paso reglamentario pasa frente a él. Si después le preguntas no sabe si ha visto la Borriquita, el Entierro, o el Resucitado. ¡Le da igual! Para esa persona la Semana Santa es una manera de evadirse, de estar con la gente que quiere y le da lo mismo que el paso sea un crucificado, una dolorosa, o el último futbolista de moda. El resto, ahí me incluyo, estamos pendientes de la Cruz de guía, de los penitentes, del color de las flores que lleva y de si el que lleva el pendón de la cofradía se ha puesto la túnica sin planchar.
Yo he visto a un tipo en la final de Holanda - España, Sudáfrica 2010, jugando al candy crash, mientras la novia la novia le gritaba a Iniesta que quería un hijo suyo. ¡Que le vamos a hacer! Si al tipo no le gusta el fútbol no hay que forzarlo. Pero es que hay cosas que no puedes evitar. A mi me gusta casi todo y llevo con entusiasmo y pasión un sinfín de actividades pero hay otras... ¡Que no!
Y ahí es donde entra The Last of Us. A ver, os cuento, se que es un juego. Que acaba de sacar la segunda parte y que mi hijo está mas que ensimismado con él. Ya le pasó con una infinidad de juegos. Algunos consigo retener algo, incluso he visto la cinemática de varios y reconozco que son espectaculares pero... ¡Que no! Que no me gustan los juegos. Parte de esa incapacidad es precisamente, el fervor del primogénito. Alguna vez intentó enseñarme a jugar. Al principio los dos nos movíamos a la par en eso de los juegos pero su entusiasmo me hizo echarme a un lado para que fuese él el que disfrutase y después... no pude seguir su ritmo. Los: así no es, yo te lo paso, vas muy lento... Me frustraron las ganas de juegos que nunca había tenido, ni siquiera en mi etapa de estudiante de informática (que ya era difícil pasar del Doom en red a finales de los 90). Así que ahora, cuando el infante empieza a hablarme de juegos yo le pongo el piloto automático y solo hago preguntas con la última frase que he pillado para que continúe y aparentar una relación paterno-filial solo medio qué.
Lo peor es que en estos últimos meses de clausura mi "partner" está igual de entusiasmada con las clases de inglés de la escuela oficial de idiomas. Yo, por eso de seguirla con su aficción, me apunté el año pasado a clases, lo peor es que aprobé y este año voy a por el B1, con menos ganas que una obra en las siestas de agosto. Pero claro... ella quiere hablar en inglés, y tener un diálogo en la lengua de Shakespeare, y... ¿Que quieres que te diga? ¡Que no me sale! Que cuando escucho algo en inglés lo mismo le pongo interés pero si eso dura más de cuatro frases... Es que paso. Pongo el piloto automático y y ya me da igual que hable del Resucitado, de la Cruz de guía o del manto nuevo de la Soledad. Todo lo que suene así como el "chiuchiu wachicachi" es que entra por una oreja y sale por otra. Pero mira por donde, ahí están los dos, mi nene y la "partner" empeñados en que aprenda algo aunque sea por insistencia.
Y cada día me cuesta mas trabajo no mandarlos a los dos a tomar viento.
Spoiler de "The Last of Us II", el prota del primero cae al principio.
See you soon.