Sale temprano de casa. Le ha costado desperezarse. No hay nadie que la anime a madrugar en su cama. Lo hace por inercia, por que es lo que ha aprendido, porque de pequeña ya le inculcaron el deber del trabajo, las obligaciones de alguien como ella. No es la única. En su camino se le unen otras, todas parecidas, el mismo patrón de moda para cada una de las que salen de esa colmena. Pero hoy… hoy tiene pinta de ser un día que tan bien aprovechan los zánganos y la abeja prefiere dedicárselo a ella antes que un día más elaborando miel, cera, para una gorda monarca parturienta.
Tiene sus años este texto pero hoy me venía al pelo.