25/3/16

Custodios del Yacente.

 
Fotografía de Raul I.G. (Sacada del Facebook de Semana Santa Priego.)


Los custodios del Yacente, es decir, de Cristo muerto y sepultado, somos sin duda, criaturas de otro tiempo, no puedo afirmar si pasado o futuro, donde el culto a la muerte formase parte natural de la crianza de los hombres, hombres que se saben duros y quieren cumplir escuetamente como hombrtes, esos seres que no conocen más destino que la muerte y que admiran de Dios, sobre todo, el hecho de que se hiciera hombre precisamente para morir. Un Cristo torturado, agonizante o muerto, el madero de sus despojos, la corona de espinas, el recipiente de su sangre…, estos sonlos símbolos del Dios que amamos.
Por que nunca un hombre es más hombre que cuando sirve a un señor muerto, nunca es más libre ni más generoso. Y nunca un señor es más señor que cuando ya muerto, aún es servido. La muerte da sentido a la vida. Y la Pasión da sentido a la muerte.
No obstante, escatológicas dsquisiciones aparte, Dios decidió realmente que su hijo muriera por todos nosotros cuando se lo imaginó, transcurriendo la primavera de las Españas y, singularmente, la de Andalucía, en un paso de Semana Santa. 

De un artículo de El Día de Córdoba que guardo con cariño.

Familiares y difuntos.

- A ver... ¿Recuerdas cuando tu tío cayó enfermo y parecía  que moriría en breve? Tú no perdiste tiempo y después de pedir un día en el trabajo te fuiste a verlo. Te pasó lo mismo con tu prima. Y el día que a tu padre lo ingresaron en el hospital ni siquiera llamaste al trabajo hasta que estuviste en la habitación del hospital. Lo sé, lo he visto y lo entiendo. ¡Es tu familia! Quieres estar con ellos en este mal trago. Pero entonces... ¿por qué no entiendes que yo tengo que estar allí el Viernes Santo?

24/3/16

Recordatorio.

Me han tenido que recordar que la vida es un puntazo aunque nos joda a veces. 
Que es mejor salir con una sonrisa que hacerlo encabronado. 
Y que mandar a tomar por culo a la gente que te fastidia y disfrutar de lo que hay alrededor es una máxima en mi vida. 
¡Me jode que se me hubiese olvidado!
Pero... ¡que coño! Para eso está la gente que te quiere. Para conducirte cuando te despistas. 

¡Gracias!

23/3/16

Costalero.

Pone la televisión. Un canal, otro, otro mas. 
- Mierda, mierda, mas mierda. - Va diciendo mientras cambia la pantalla y pulsa el mando. 
Y entonces se para. El televisor le devuelve una imagen conocida. Es una reposición, quizá de hace años.  Mira el mando, la tele, de nuevo el mando. El dedo está en la posición justa para cambiar al siguiente canal, pero no es capaz. No tiene la voluntad de cambiar. Una banda de cornetas se cuela en el salón de la casa y el rostro se le contrae. El Cristo de la Buena Muerte sale a pantalla completa. ¿Cuantas veces le habrá pedido que se lo llevase estando en la cama de aquel hospital? Pero no. No quiso hacerle caso. Y ahora, cuando ya renegó de él se aparece en su casa, con toda la parafernalia. Casi como un ladrón para robarle la voluntad de seguir pasando canales. 
- Tururúúúúú tururúúúúú
Las cornetas siguen sonando en su casa. Se echa sobre la mesa, con el dedo aún la tecla de adelantar canal, 
- Tururúúúúú tururúúúúú
Abre los ojos que empiezan a lagrimear. Apunta con el mando a la televisión. Sigue sin presionar el botón. El Cristo continúa con su andar pausado. Y el recuerda que no hace tanto que estaba bajo sus andas. Con sus piernas, esas que ahora no sabe donde están. 

14/3/16

Modernas.

Tengo una pandilla que se llama ande yo caliente.
Salimos a la calle con zapatillas de paño
a nadie hacemos daño
quizá a alguna pijilla que va de valiente
con la moda como paño.


Esto pasa cuando se escribe en la calle, en servilletas de La Paloma y con pinta de corredor quinqui de los ochenta. Por su puesto con una cerveza, o dos entre la pija que mira mal y los compañeros de tercio.


11/3/16

El artista del tropiezo.

Los artistas en meter la pata tenemos una especie de sino en el que al menos una vez al  año es justo y necesario cagarla, y bien. 
Yo llevo precisamente uno año, poco más, en haber hundido hasta el fango no solo la pierna sino las caderas, el pecho, y el cuello justo hasta la boca.
El caso es que ayer fue un día de esos a los que uno les teme. Había quedado con un antiguo compañero de curro y las salidas conjuntas han sido apoteósicas. Algunas no puedo contarlas por que no las recuerdo, otras porque mi dignidad sufriría un varapalo que, hoy por hoy, prefiero mantener. 
Cuando hablas con alguien y le cuentas que hay un cierto temor a quedar con alguien es difícil que lo entienda. Primero tú vas a ir. ¡Joder es un amigo! Y cuando alguien te llama puedes dar largas un día, tres, pero es imprescindible quedar. Saber de su vida, brindar por los viejos tiempos y si es necesario dar una palmada en la espalda. Pasa que a veces, se recuerdan por los años eternos, los compañeros que no están, los que nunca más van a volver a estar,las novias y quizá aquella chica que tenía las mejores tetas de Córdoba y parte del universo. Se brinda con cerveza, con whisky, con ginebra y si es necesario hasta con chupitos de absenta, que los dos sabemos que nos sienta fatal. 
A la gente, cuando le hablas de una quedada en plan autodestructivo, por que si, por que lo sabes, no entiende que lo hagas. No pueden comprender que quizá esa autodestrucción forme parte de nosotros, que es necesaria para volver a reconstruirnos cada año. Para valorar lo de antes, lo de ahora. Para... para saber que aún nos queda algo de rebeldía, de aquello por lo que lloramos tanto alguna vez y ahora ya ni nos planteamos. 
Los artistas en meter la pata sabemos que hay días en los que hay una gran probabilidad de rompernos la crisma, o de hacer daño a alguien a quien queremos solo por tener esa puta costumbre de mutilarnos de vez cuando. Ayer fue uno de esos días. Y hoy, después de una reivindicación de la amistad, de salir ganador de un campeonato de futbolín y de haber tenido el suficiente coraje para decir que no cuando la insistencia se apoya en tu hombro me pongo a escribir tontería solo porque he retrasado (y espero que durante mucho tiempo) mi metedura de pata. 

2/3/16

El perro de mi vecina.

Al perro de mi vecina no le gusta el último novio que se ha echado. Los viernes por la noche, cuando ella mando a los niños con su padre, el tipo entra en el portal. Aún no ha llegado al primer piso y el chucho ya está ladrando como si fuese Freddy Krueguer el que va a llamar a la puerta. A veces salen a la calle pero otras los dos se quedan en el piso y entonces el pobre bicho ladra como si le fuese la vida en ello. Al tipo se le escuchan monerías para apaciguar al animal pero es imposible callarlo. Entonces ella lo lleva al cuarto, al perro no, al novio, y cierra la puerta. Mientras mi vecina y su novio dan rienda suelta a una semana de trabajo, niños, whatsapp calenturientos a base de polvos, el pobre chucho gime y lastimea delante de la puerta. 
Hace unos días ella me preguntó si me molestaban los ladridos del perro. Le dije que no, pero le pregunté que pasaba los viernes para que el ladrido fuese tan intenso durante varias horas. Fue entonces cuando me enteré de la poca simpatía que tenía con el novio. Le dije que me lo dejase en casa si no iban a salir, que podía estar tranquila y que el Tano y yo nos llevábamos bien. (El Tano es el perro, no el novio.) Después de dos negativas accedió. El viernes por la tarde poco después de dejar a los niños con su padre, me trajo el perro a casa. Comimos pizza, al Tano le gusta mas que las galletas caninas mientras vimos una película porno. Conseguí enseñarle varios trucos esa noche. También escuchamos a MariPili (MariPili es mi vecina) gritar mientras follaba a gusto. 
Ayer fue viernes. Cuando llegó Freddy Krueguer llamó a la puerta de mi vecina y no se escuchaba ningún ladrido. Entró e intentó sus monerías con el Tano. Fue entonces cuando este casi le amputa un dedo. Freddy salió corriendo de casa de MariPili soltando improperios de ella y de su perro. Yo estaba comiendo cuando escuché los gritos. Salí al rellano de la planta y ví al Tano con la boca ensangrentada. Ella lloraba en el sofá. Me acerqué e intenté consolarla. La pizza que llevaba se la di al perro que la engulló en dos bocados mientras movía la cola en plan simpático. El perro vino al sofá y le hizo una carantoña a MariPili, a mi me acercó el hocico y me lamió la mano. MariPili  acarició al Tano. Después llevó la misma mano a mi cara y me sonrió mientras me acariciaba la mejilla. Después me pidió que fuese con ella al cuarto. Yo la seguí. 













Epílogo:


- MariPili... un momento. Voy a cerrar la puerta del piso que se ha quedado abierta. 
En casa, busco las llaves y cojo un trozo de pizza que aún queda en la mesa. Entro en casa de mi vecina y le doy la mitad de la porción al Tano que mueve el rabo. MariPili me espera desnuda en su cuarto.
- Cierra la puerta- -Me pide. 
- No es necesario.- Le digo- Y entonces dejo el otro trozo de pizza en la entrada de la puerta. 
El perro llega al dintel de la puerta, come su pizza y se nos queda mirando. Mueve su rabo. El  Tano es un perro inteligente. Los trucos los coge al vuelo.