31/7/14

31 de julio. O historias de ex e hijos.

El miedo llega antes que él. Después las prisas, las incertidumbres, las maletas y los besos. Él es el último en hacerlo, el último en entrar. Mira la casa como quien vuelve al colegio. Un lugar familiar que no es el suyo. Un lugar impuesto.
Vuelve a ver al padre.

29/7/14

42


“Dicen que ahora tengo neuropatía autonómica. No tengo ni idea qué significa, salvo que me estoy haciendo viejo."

Johnny Cash

27/7/14

Musas y folios en blanco. Manera de jodernos la vida.

Lleva varios días sentando frente al ordenador y aún no ha escrito tres renglones con sentido. Por fin una musa se le acerca y le susurra. En su cabeza empieza a hilvanar una historia, lo empieza a ver claro, muy claro. Ajusta su posición en el sillón delante de la pantalla  y coloca las manos en el teclado mientras sonríe. La musa sigue a su lado hablándole despacito, guiandolo con su voz. Es entonces cuando llega otra musa. Porque las musas, cuando llegan, llegan de dos en dos o de tres en tres. Esta no le susurra. Esta musa le abre la bragueta y empieza a soplarle en la polla. El escritor deja el teclado mientras una erección se le va formando frente a la pantalla. De tres en tres, estas musas vienen de tres en tres. Siente una mano en el pecho, es la tercera musa que le acaricia al lado del corazón. Recuerda aquel relato que quiso escribir, aquel en el que la madre y la hija hacían un viaje, el último viaje juntas. Su cuerpo no ha parado de estremecerse desde que llegó la primera musa, se le han metido en el cuerpo, en la cabeza, en la polla, en el corazón. Durante un segundo quiere recuperar su cuerpo, adueñarse de alguno de esas historias y comenzar a  escribir, sin darse cuenta ser rebela y las musas, asustadas, se van de su lado. La musas, las muy putas, cuando se van también lo hacen de dos en dos, de tres en tres en este caso, y la pantalla le devuelve una luz blanca, sin texto, sin ideas, y con una erección en frente de lo que parece ser un folio en blanco que nunca va a rellenar. 

26/7/14

Taxi libre.

Subo a un taxi y le doy tu dirección, con arroba incluido y punto es. Dice que no la conoce. Que el gps no le marca ninguna dirección. Tengo que reconocer que yo tampoco. Que la última vez que me llevaron el trayecto fue cerca, muy cerca. Que solo duró un beso eterno, una canción de Sabina, un instante marcado a fuego. Pero el taxista se encoge de hombros y no sabe. Me pide que baje del taxi y lo hago. Sigo buscando un taxi libre que sepa tu dirección. 

...

"Quise entonces -porque querer es siempre algo que hago sin darme cuenta- tirarme a sus pies y mirar de rodillas su inmenso cuerpo de nogal, con cuya madera construiría la cuna de nuestros hijos, que no nacerían nunca porque no somos tan crueles..."

25/7/14

Despertar.


Despertar siempre le gustó. Era como una resurrección diaria. Después de morir durante unas horas se encontraba con una nueva vida. Todos los días. Y no estaba dispuesto a desaprovechar esta vida como lo había hecho con las otras. 

22/7/14

Regomello.

 Cuando Eusebio llegaba a casa las luces ya estaban apagadas. Dejaba su cartera en el salón, cansado, se acercaba a la habitación de los niños. Apoyado en el marco de la muerta los veía dormir plácidamente. Sentía cada hora que no pasaba con sus hijos, con su esposa. Quiso acercarse y besarlos en las mejillas y era cuando lle legaban los remordimientos. En su barba aún conservaba el olor del coño de Almudena. Entonces se atusaba el bigote, se acercaba torpemente y les ponía la mano sobre la cabeza sin llegar a tocarlos. 

16/7/14

Zapatos de tacón.

El calentón tan tonto que cogía uno cuando era joven con unos zapatos de tacón. 

Y ahora que han pasado veinte años ves unas piernas largas rematadas con uno de esos zapatos de aguja, negros, brillantes y... 

¡También!



Bubo dixit.

Lista de viaje.

Zapatos, zapatillas y calcetines.
Boxer, cinturón y pantalones.
¿Camisas? Bueno tres.
Y al menos dos camisetas.
Un polo, y...
¡Hostia! Pañuelos.
Siempre los olvido.
Libros, cuaderno, cámara y...
y... ¡joder, los cables!
¡Los putos cables!
Bolsa de aseo
¡El peine!
El peine que cachondeo.
¡Anda, anda!
Un sombrero.
Bien, vale. ¿Cual?
Creo que está todo.
Los billetes, la cartera... pero algo,
me falta algo. Algo importante...

¡El corazón!

¡Ah no! Lo tiene ella,
me lo devuelve cuando la vea.


11/7/14

Mensajeros alados.

Paloma mensajera: Es una paloma que se entrena para que vuelva a su palomar desde largas distancias llevando algún tipo de mensaje o carta.

 Cada vez que María y yo hacíamos el amor ella se desnudaba sin prisas, recreándose, saboreando cada botón, cada cremallera. Yo la miraba extasiado, excitado.Y lloraba de felicidad cuando, esperándola en la cama, ella se quitaba sus bragas. Con un giro de muñeca aquellas bragas parecían tener alas, volaban  perfumando de sexo la habitación. Como colofón se posaban en el sombrero de la esquina. 
Lo supe al momento. María ese día tenía una reunión de mañana. Yo aproveché para limpiar la casa, barrer, fregar, abrir las ventanas de par en par para airear la casa y entonces... Aquellas bragas aladas entraron en el dormitorio perfumando la habitación de sexo, posándose en el sombrero de la esquina. 

Nada.

Coloca el sillón frente al ordenador. Retira uno de los cojines y se sienta. Mueve la pantalla del portátil para acomodarla a la vista. Comienza a usar el ratón para llegar al programa deseado. Cuando una pantalla blanca le ilumina la cara la mira y retrocede. Se retrepa en el sillón. La mira desde lejos como si hubiese visto uno de esos insectos que dan tanto asco como miedo. Se acerca un poco parece que le va perdiendo el miedo o el respeto a esa pantalla blanca. Se agita y se levanta. Va al baño a mear. Cuando vuelve la pantalla le sigue esperando. No llega a sentarse y se moja los labios con la boca. Vuelve a mirar la pantalla blanca. Sin llegar a sentarse va a la cocina. Abre el frigorífico. Coge una botella de agua y bebe directamente de ella. Mira dentro del frigorífico antes de guardarla, como si buscase un alimento, una fruta, un líquido que le dijese que tiene que hacer. Cierra la puerta. Vuelve al sillón y se sienta. La pantalla está negra. Con el índice mueve el ratón que le devuelve la blancura anterior. Acerca sus manos al teclado y empieza a escribir. Aún no sabe que contar. 

9/7/14

Siesta de verano.

Mirar tus perfiles, de un lado, de otro. 
Soplar a tus labios una sonrisa sicalíptica,
mientras te acaricio toda la siesta el pecho.
Dejarme guiar por tus manos. 

Yo,
quiero ser tu abanico. 


Nieves Alvarez (Foto de ABC)

8/7/14

Teléfono caliente.

- Hoy podría quemar a alguien.
- No te cortes. Si te hace feliz, prendele fuego. (Eso si, cuidado con la policía son muy "tiquismiquis" para esas cosas.)
- No puedo. No lo tengo cerca. 
- ¿Y quién es el afortunado o afortunada que desconoce tus tendencias pirómanas?
- Con el fuego que tengo en el cuerpo lo iba a quemar en poco tiempo. 
- ¿Como? ¿Que no son instintos criminales? ¿Que lo que tienes es un calentón?
- Que poco romántico eres. Yo hablándote de fuego en el cuerpo y de tu calenturas. 
- ¡Mujer! ¿Que quieres que te diga? Con la de opciones que ofrece internet para darse uno una alegría. A estas alturas de años que me vengas con esas cosas... ¡Hazte un paja!
- ¿Que dices? ¡No, no! En casa me enseñaron cosas muy raras y ninguna tenía que ver eso. A mi lo que me gusta es que me hagan el amor. 
- Pues si tu marido no está, y además llevas casi tres semanas sin hablarle... ¡Casi mejor abogas por masturbarte!
- No seas cabrón. Te lo estoy  poniendo a huevo. ¿Vienes o voy yo?
- ¿No tienes los niños en casa?
- Están en los abuelos en el pueblo. ¿Qué? ¿Te decides? ¿Mira que eres el primero por que estás con la letr B pero mi agenda es amplia?

- Estoy allí en quince minutos. Pero que sepas que de romántica nada. Que lo que tienes es un calentón. 

1/7/14

Hola Caperucita.


- Hola Caperucita. ¿Te has perdido? - Le pregunté.
- ¡No! Busco un lobo. ¿Eres tú?







Y mirándola de arriba a abajo la cogí de la cintura, fuimos a casa, la desnudé y después de meterla en la cama, la tapé y le di un beso de buenas noches. Y es que me pilla una época que empiezo a dar un poco de asco. Ver a una chica de estas y en vez de tener ganas de empotrarla en la pared, de arrancarle las bragas a mordiscos y echarle a un lado la gabardina roja y empezar a embestirla como si fuese mi último día en el mundo, de follarla hasta que la polla empezase a sangrar, me entra un sentimiento paternalista y dejándome la líbido por los suelos.