18/8/17

El préstamo (y III)


A la mañana siguiente cuando Paco vuelve a la pensión tiene un
mensaje de Don Serafín. Lo espera en su casa a las once.
Paco es puntual, desde el salón en un reloj de pared, se oyen las
campanadas. Es doña Esperanza la que lo recibe, su marido no está,
pero si ha quedado con él seguro que viene ya mismo. A ella las palabras
le salen lentas, no sabe que hace ese hombre en su casa, y que
quiere de él su marido. Le sirve a Paco un brandy sin que este se lo
pida, y ella se pone otra copa, el salón es enorme. Cuando se sienta en
el sillón la mujer se derrumba, las lagrimas comienzan a resbalar por
su cara mientras Paco se queda quieto. La mira desde el sofá contiguo
y se levanta. Paco con la copa en la mano, se agacha, le toca el brazo,
y cuando lo mira hace que ella se beba el brandy de un trago. Intenta
sosegar la respiración mientras él le da su copa. La coge con las dos
manos, y vuelve a llorar.
- Mi niña, mi niña.
- Señora. – se atreve a decir Paco.- Señora
Cuando se calma, Doña Esperanza comienza a contarle a Paco lo
que ha sucedido desde ayer. Anita no está, Fernandito ha sido más rápido
que su padre y los dos se han ido del pueblo. Después de contarle
todo desde la noche anterior Doña Esperanza se siente intrigada,
pregunta a Paco a que se debe su visita, es entonces cuando Paco se
ajusta la pistola en un acto reflejo y ella en un segundo comprende.
Desde el salón se oyen pasos, el tiempo justo de levantarse y retirarse
del sillón donde Doña Esperanza ha dejado de llorar. La cara
afligida de ella se transforma en una mueca de sorpresa y miedo. Don
Serafín se asoma al sofá y mirando a Paco le manda que lo siga hasta
la biblioteca.
Su mujer puede oír los gritos desde el salón.
- Eres un inútil – le grita Don Serafín – Te di la dirección, de su
casa, de su trabajo, que necesitas para pegarle a alguien un tiro.
Paco mira a Don Serafín, se mantiene de pie, mientras desde el
otro lado de la mesa le sigue gritando de una punta a otra de la biblioteca.
- ¿Lo ves? – pregunta Don Serafín enseñando un sobre blanco.
– Esto es tu dinero. Veinticinco mil duros para ti. Te hubiese tocado
la lotería, y tú dejas escapar a ese hijo de puta, y encima con mi hija.
Con mi hija, imbécil. Me lo debes.
Lentamente Paco se desabotona la chaqueta, la pistola le asoma
por el lado izquierdo, le pesa, y se dirige a Don Serafín.
- A mí no se me ha escapado nadie, se le ha escapado a usted.
Quizá se equivocó con el chico, quizá se equivocó con su hija. Y estoy
seguro que se equivocó conmigo. – Paco coge su pistola y tirándola
encima de la mesa, le susurra. – Cóbrese y mátelo usted si quiere.
- Hijo de puta. Claro que lo voy a matar, y a ti, no vas a tener
ningún sitio para esconderte. – vuelve a gritar Don Serafín.
Paco abre la puerta, no ve a Doña Esperanza que desde un lado
ha escuchado toda la conversación. Son unos segundos, antes de que
Paco llegue a la puerta de la casa cuando desde la biblioteca se oye
una explosión. Paco se gira, después, continúa su camino, sale de la
casa cerrando despacio.
El JuanCa antes de abrir la puerta, avisa a Paco. La mirilla le ha
devuelto uno de sus sueños.
- Mira que tía, Paco, mira que tía.
Es Carmela la que entra en el garito. Paco la lleva hasta la barra
y la acomoda.
- Este no es lugar para ti..., no es lugar para nadie. – le dice.
- Pues vámonos. Hace dos meses que le enterraron y no me ata
nadie ni nada. El muy cabrón no me dejó ni un duro. Pero su mujer
sí. Ella lo sabía. Me dio dinero para salir de allí, aún no sé como consiguió
hacer creer a la gente que fue un accidente. Me pidió que te
diera esto.
Carmela le da una caja. Paco la abre. Dentro está el Astra 400 y
un sobre blanco que ya ha visto antes. En el sobre, con una letra clara
puede leer:
“Su préstamo está saldado. El mío, ahora, también. Esperanza”
Paco mira a Carmela, ojea el garito unos segundos y le dice:
- Sí, vámonos.

2 comentarios:

  1. Bueno, parece que han salido ganando todos...
    como ya deje en la primera entrega, muy bien conseguida la atmósfera. En el local hasta se ve el humo...

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    1. Gracias Ángeles. Muy benevolente tu comentario. Yo creo que me falla el final, no me cuadra. Pero tampoco tenía ganas de eternizar. Al final terminamos sin hablarnos ni siquiera con nuestros personajes.

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