2/3/15

Ataque de angustia.

La escuchaba desde la entreplanta. Unas veces pedía, otras suplicaba, algunas exigía. La conversación con el móvil duró poco más de siete minutos en los que entraba y salía de su habitáculo de trabajo. Después el silencio se apoderó del lugar, el tiempo de tomar un café. Con el último sorbo un grito desgarrador rebotaba en las paredes. Siguieron otros gritos, llantos, voces. La chica cayó. Sse revolcaba en el suelo. Pataleaba. Se llevaba las manos a a la cara, al pelo. Tres segundos duró esa  escena. Solo tres segundos hasta que llegó el primer compañero y la agarró de las manos. Ella seguía gritando, un llanto desconsolado. Desde la entreplanta veía como se iba agolpando gente a su alrededor. Los gritos cesaron, ya solo había llanto. Un llanto que se quedó agarrado en el corazón. 

Un ataque de angustia, o de pánico, lo llamaron. No recuerdo. Lo que si recuerdo es la falta de aire, la respiración cortada, la misma que me falta ahora. La que me hace recordar esa escena. No la entendí aquella vez y después… Después no sé como yo mismo no la he vuelto a repetir. Quizá porque vuelvo a escribir una y otra vez aquellos gritos antes de empezar a darlos yo. Antes de que el aire se quede estancado en la garganta y no pase por la traquea. Antes de que las lágrimas comiencen a asomar y no pueda pararlas.

3 comentarios:

  1. Para evitar escenas como esas es que no cuento con un móvil en mi poder...

    Bien descrito el ataque, eso sí.

    Saludos

    J.

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    Respuestas
    1. La respiración pausada y el kitkat (casi obligatorio) son armas muy efectivas. Pero claro... eso es solo teoría.

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    2. La respiración pausada y el kitkat (casi obligatorio) son armas muy efectivas. Pero claro... eso es solo teoría.

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